Un sabio gurú una vez le hizo una pregunta a su discípulo: ¿Si hoy murieras, harías lo que estás haciendo?
El discípulo se quedó pensativo para analizar aquella pregunta que, aunque abarcaba pocas palabras, encerraba un significado inmenso. Y, en la mente del discípulo surgieron un sinnúmero de respuestas y preguntas, varios dilemas por responder. ¿Saber o no saber mis designios, es bueno o malo? ¿De qué me serviría? ¿A dónde iría después de muerto?... En fin, lo que sí es seguro, es que ese día llegará...
Volviendo a la pregunta que planteó el gurú, tal vez si uno supiera que hoy es nuestro día final, de seguro sentiríamos temor por dejar este mundo terrenal y entrar a lo completamente desconocido. Sin embargo, en el último suspiro, de seguro también expiran miedos y juicios que adquirimos en vida, desecharíamos todo lo malo y recordaríamos todos nuestros buenos momentos (y los malos
momentos seguro los aceptaríamos como algo que nos sirvió para crecer y ser quienes somos)...
En conclusión, el último día de nuestra existencia viviríamos con la consigna de que no tenemos nada que perder y arriesgaríamos todo.
Tal vez, arriesgarlo todo sería la fórmula adecuada para (como dicen por ahí) vivir cada día como si fuera el último, empero, hay aspectos en la vida en los que arriesgando más de la cuenta o sobrepasándonos podemos ocasionar algo desagradable tanto para nosotros como para otros.
Tal vez lo ideal sería vivir este día, este momento, este instante, sea lo que sea que hagamos: como si fuera nuestro último instante de vida, es decir no pensar: si hoy fuera mi último día, sino: si este fuera mi último instante respirando...
Por ejemplo, si alguien supiera que va a morir este día no iría a trabajar y se iría a hacer alguna tarea pendiente o algo fuera de lo común. Pero la esencia está en saber apreciar cada momento en el que tenemos que hacer una actividad (como nuestro trabajo). Sí, sería bueno, que "aquel día" hiciéramos nuestras últimas actividades con todas las ganas y positivismo posible, para dejar un legado por esos pequeños pero grandes aspectos.
Pero, en el ejemplo descrito, si fuera un trabajo de nuestro agrado, si fuera nuestra pasión, seguro querríamos morir haciendo aquello, porque si no fue así, entonces estamos desperdiciando nuestra vida en algo que no nos gusta y que consume nuestro tiempo...
El discípulo, llegó a varias conclusiones... Estas están intrínsecas en el texto y en la mente de la persona que leyó el texto...
¡Aprovechemos nuestro tiempo! Como decía un sabio: "Vivid como si cada día fuera el último y aprended como si fueseis a vivir para siempre".