Cuenta la historia del Mago en la que un día caminaba solo por el bosque encantado. El sol, oculto estaba, las ninfas y hadas habían ido a descansar, solo habían algunos gnomos que acompañando a algunas lechuzas observaban cada movimiento del Mago.
El Hechicero antes de ir a descansar prefería ir a caminar, para dedicar un momento a meditar y filosofar, siempre acompañado de su antorcha (que una vez le obsequió un hada de los vientos sureños...). Hay que mencionar que conocía la mayoría de los senderos, había dedicado gran parte de su vida a explorarlos.
Empero, mientras continuaba su camino, se dio cuenta de algo inusual; alguien había abierto un camino a un lado del sendero por el que él caminaba... El Mago decidió seguir ese nuevo camino y notó que habían vestigios de un hada (o tal vez una ninfa) herida, observó el piso y en efecto: habían gotas parecidas a oro derretido, a pequeños fragmentos con forma de diamante... Con el pasar de los minutos, estas convertían en vida lo que por su paso rozaban.
El Mago siguió las gotas de colores magníficos y de pronto cuando llegó hasta un gran árbol, la luz de su antorcha se opacó tanto que no veía nada. Él sintió miedo, jamás le había pasado eso. Luego, de la espesura salió un hada negativa, de aquellas malvadas, de esas que roban energía y quieren ver a los hechiceros caer.
Todo había sido una trampa, se le practicó al Mago un hechizo tan poderoso que no pudo hacerle contra. Increíblemente el Mago estaba muriendo, estaba perdiendo su poder, no había escapatoria...
Pero aquella Luz de vida de su antorcha no se había extinto, y había empezado a consumir la base del árbol cercano. Luego de un lapso de tiempo, el árbol cayó justo en medio del hada y el Mago y este pudo con sus últimas fuerzas lanzar un hechizo con el que pudo vencerla.
Sin embargo, el hada negativa le había hecho un gran daño y le habían dejado grandes secuelas. Se había robado la mayor parte de su poder y además algo que apreciaba sobremanera: su memoria.
El mago no era el mismo, no sabía quién era y se le vinieron a él muchos prejuicios y conceptos establecidos que él mismo alguna vez desechó.
Caminó sin rumbo por varios días, hasta que se encontró con alguien inimaginable, era el pequeño Mago de la Capa Roja. Jamás había mencionado a este pequeño Mago porque luego de haberle enseñado un sinnúmero de hechizos y artificios, y luego de haber compartido varios momentos, el pequeño le traicionó e irónicamente quiso vencerlo de una manera cobarde.
Desde esa ocasión el Mago no lo destruyó sino que se alejó hasta un lugar donde jamás le podrían encontrar. Empero en esta ocasión, como no tenía memoria, cuando volvió a ver al hechicero de la Capa Roja le empezó a hablar y le pidió ayuda para que lo orientara.
Para suerte del Mago, aquel de la Capa Roja había cambiado, se había dado cuenta de todas sus faltas y había retomado el camino correcto. Le pidió perdón al Mago, pero este no sabía el porqué... Solo pudo sentir un abrazo sincero.
Después de un pequeño diálogo, el de la Capa Roja se dio cuenta de que el Hechicero no era el mismo, había perdido su poder y no recordaba nada. Gran parte de su energía se había ido...
Pasaron varios días en los que estos dos seres mágicos dialogaron y varias lecciones que un día el Mago enseñó, las estaba aprendiendo de nuevo. Era algo demasiado irónico, pero de a poco, aquel hechicero sin memoria empezaba de nuevo a recuperar esa energía que estaba intrínseca en su ser. Recordaba de nuevo esos viejos hechizos y también algunos nuevos, entre ellos, el poder para devolver la memoria de viejos recuerdos...
¡Algo excepcional había pasado! El Mago por poco se pierde en caminos sin fin, acompañado por pensamientos de locura y perdición... Y le había salvado aquel que una vez le dio la espalda; sea como sea las circunstancias se dieron de una manera tan exacta y prolija que esta vez el Universo le puso al Mago una circunstancia y un ser adecuado para que no solo volviera a recordar lo que ya sabía sino también a que aprendiera nuevas cosas, nuevos hechizos y nuevos artificios... Y muchas más lecciones de vida, que sin duda aumentan su poder, pero también esa capacidad de ser humilde y tener más prudencia.
Algo importante comprendió el Mago: En el camino, habrá miles de obstáculos y tropiezos por superar y será complicado hacerlo. Pero más complicado aún es no tener nadie al lado, no tener una mano amiga en quien confiar, ese alguien quien camina a nuestro lado y nos inspira a luchar.
Es importante plantearse un objetivo, pero una de las prioridades antes de salir al campo de batalla es tener la seguridad de que tenemos un amigo con quien contar.
"La colina de la vida se la sube con la ayuda de alguien"